Lo maravilloso de ser lunáticas

Escuela De Amor Meditaciones

¡Te cuento un secreto! somos tremendamente lunáticas, y solemos cambiar de estados como quien cambia de ropa.

¿Alguna vez alguien te trató de lunática?, pues a mí la verdad que si, y lo más frecuente era que si alguien me trataba de esa manera me enfurecía tremendamente ya que lo interpretaba como una ofensa. Sin embargo un día comprendí que aquel termino que me sonaba tan despectivo tenía sus buenas razones para pertenecernos a nosotras las mujeres, y no como algo que intentara descalificarnos, sino cómo una cualidad y una virtud intrínsecamente femenina.

Cada mujer presenta en su ciclo menstrual cuatro fases. Está la etapa previa a la ovulación, la ovulación, la pre-menstruación (y aquí es donde ya muchas empezamos a sacar las garras) y la menstruación. Y en cada una de estas según los niveles hormonales (estrógeno y progesterona) que van imperando, vamos interpretando la información que recibimos de diferentes maneras y por lo tanto vamos actuando distintamente en cada fase. Esto implica que seamos cíclicas y no lineales, y que mes a mes vivamos un proceso -físico, emocional, mental y energético- que va desde lo más profundo de nuestra sombra hasta que volvemos a la superficie renovadas de energía.

Tal cómo la luna que tiene 28 días de vida y cuatro fases, las mujeres vivimos inmersas en una maravillosa rueda que transita entre la introversión y la extroversión. Desde tiempos remotos los mapuches y muchas otras culturas nativas comparaban a la mujer con la luna y la tierra, haciendo un triple paralelismo, pues sus fases eran analógicas y se correspondían las unas a las otras. El invierno, la luna nueva y la menstruación eran fases yin cuya energía se caracterizaba por ir hacia adentro, siendo momentos de introspección y reflexión, mientras que la ovulación, la luna llena y el verano – momento yang de los ciclos- eran fases de expresión.

Cuando toda esta información llegó a mi vida comprendí la razón por la que mi cuerpo todos los meses me pedía descansar en puntuales momentos, y el no escucharlo en ciertas ocasiones me llevaba a horribles crisis de dolor acompañado de emociones descontroladas. Esto permite comprender el por qué de la alta presencia de síndromes pre menstruales y menstruaciones dolorosas, pues los ritmos de vida actuales y la obsesión con el éxito están llevando a la mujer (y a los hombres también) a hacer oídos sordos por las necesidades que el cuerpo le va manifestando, lo que lleva a que éste grite o en casos extremos de sordera te zamarree, pues de alguna forma tienes que entender que algo de tu vida debe cambiar. Y en este sentido las dolencias no son más que mensajes del cuerpo, el que intenta por sobre todo guiarnos hacia un estado pleno de salud. La mujer moderna debe reconocer cómo funciona su ciclo, aceptar esta ciclicidad y hacer que las actividades de su vida diaria se armonicen con estas fases (y créanme que no es imposible).

Y en esto los hombres deben ser nuestros principales aliados, acompañándonos desde una actitud empática y amorosa, pero para esto debemos atrevernos a hablarles de temas menstruales y naturalizar algo que hasta ahora sigue manteniéndose cómo tema tabú. Espero estas líneas, te hayan permitido reconocer y percibir de una nueva forma tus ciclos femeninos. Este será un espacio donde se entregará constante información, y cuyo objetivo será invitar a hombres y mujeres a recuperar la sabiduría comprendida por nuestros ancestros desde el inicio de los tiempos. Espero volver a encontrarnos en la próxima columna.

Por Ximena Nohemí

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