El éxito y la abundancia inician con tomar a mamá en el corazón

Sanar la relación con la madre inicia con abrir la mirada estrecha que nos genera dolor, para dirigirnos hacia una mirada más amplia de nuestra historia. Si bien para algunas personas tiene que ver con reparar heridas sangrantes y profundas, para otras puede tener que ver con mirar la crianza vivida con nuevos ojos hasta comprender los motivos profundos que movilizaron a mamá para ser como fue. 

De esta manera, cada quien se posiciona a sí misma en un lugar lúcido desde el que tomar a la madre para poder recibir fuerza de ella.

Esta reparación y reacomodación trae movimientos positivos para el presente en muchas áreas vitales como el dinero, la vocación y la relación de pareja. Sin embargo, si desde todo nuestro anhelo realizamos este trabajo personal, más por los beneficios que trae que por tomar a mamá genuinamente, el proceso terapéutico se torna contraproducente, ya que recibir a la madre (y el padre) en el corazón es parte del viaje espiritual que necesita realizar toda mujer con tal de convertirse en un ser pleno y completo.

Si bien nuestro primer éxito en la vida es nacer, el segundo es poder tomar a mamá en el corazón. Esto genera en cada persona la capacidad de movimiento, de iniciar la acción y dar el paso hacia aquello que se anhela, ya sea material o inmaterial. 

Cuando el nacimiento fue complicado o por alguna circunstancia no se tuvo acceso emocional a mamá y no se pudo tomar en el corazón, entonces se trae en el cuerpo la huella de un movimiento interrumpido y como consecuencia “los accesos al éxito” a lo largo de la vida se tornan difíciles.

Es aquí cuando comienzan los dilemas de la adulta del presente, aquella que siente que no puede acceder a la vida que había soñado para sí misma. Cayendo en un patrón de comparación o sensación de que las demás personas pueden acceder a algo que está privado para sí. Es aquí donde llegamos al punto esencial de esta temática. 

Si el éxito se relaciona con la madre entonces el sentirnos exitosas con la vida que creamos para nosotras mismas inicia con sanar la relación con mamá desde un lugar genuino, más que por el interés del alcance material que esto puede traer.

La relación con el dinero

Bert Hellinger plantea que la relación con el dinero saca a la luz la relación con la madre. Sin embargo, la relación con ella va mucho más allá de los números que facturamos mes a mes, tiene que ver primero que todo, con reconocer lo que mamá hizo y atravesó en el tiempo que nos tuvo en el vientre. El reconocimiento de ella nos conduce al reconocimiento de la vida. Poner valor en la madre, la vida y la existencia misma, genera un estado interno de gratitud y conexión a todo lo bueno y próspero que anhelamos y merecemos. 

Si mamá es el rostro de la vida ¿qué sientes cuando miras el rostro de tu madre?, ¿te sientes abundante con lo que recibiste desde ella?

Detrás de la forma como nos relacionamos con el dinero y según como hablamos de él, se oculta la raíz de la relación con nuestra madre. Hablar de “que el dinero falta”, por ejemplo, es en realidad decir que sentí la falta de mamá y decir “que es peligroso” esconde una creencia de que mi madre es un terreno riesgoso para mí. 

Desde aquí te pregunto ¿Cuáles son las principales frases que usas en tu día a día para referirte al dinero?, una vez que las identifiques te invito a reemplazar la palabra dinero por la de madre y ver si te hace sentido. 

El problema es que cuanto más nos aferramos a conseguir el dinero sin mirar a mamá para tomarla desinteresadamente, más se cierra el corazón.

La gratitud y su legado

“La abundancia es la reacción del universo ante una persona agradecida” Brigitte Champetier. 

Lo primero es tomar consciencia que cuando fuimos un feto habitamos el vientre materno desde la abundancia. En el útero se tuvo todo lo que se necesitaba para crecer y vivir.

Por lo que agradecer esta abundancia de nutrientes recibidos desde el cuerpo de la madre, nos conecta nuevamente a la sensación de que la vida es un lugar abundante y próspero en el cual desarrollarnos.

Con la gratitud a nuestra madre equilibramos todo lo que recibimos de ella en el tiempo de gestación, con la gratitud hacia la vida equilibramos el dar y recibir de nuestro día a día. 

Desde nuestra madre incorporamos la gratitud y activamos la prosperidad en la vida. Al tornarnos personas agradecidas, aparece el deseo de entregar en ofrenda hacia la vida aquellos dones que nos han sido dados, al movilizar este servicio hacia adelante nos hacemos abundantes y prósperas. 

Con inmenso amor

Ximena



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