La rabia y cómo sanarla

Dice Clarissa Pinkola Estés: “En lugar de intentar portarnos bien y no sentir cólera, o en lugar de utilizarla para quemar todas las cosas vivas a cien kilómetros a la redonda, es mejor pedirle primero a la cólera que se siente con nosotras a tomar un té y charlar un rato”. 

La cólera se define como un estado emocional que incluye sentimientos que varían en intensidad, desde una ligera irritación o molestia, hasta un nivel de furia intensa o rabia, por lo general en respuesta a la percepción de injusticia o provocación.

Ira, rabia, furia, irritación y enojo son todos sinónimos de la misma cólera que Clarissa Pinkola nos menciona en su libro Mujeres que corren con los lobos. Por lo que quiero ahondar este sentimiento que vive dentro de toda mujer, ya sea en un estado reprimido o activo y en diferentes niveles de intensidad. 

Las raíces de la rabia profunda

La rabia profunda que experimentan muchas mujeres tiene raíces que muchas veces no se logran reconocer a simple vista, lo que hace que este sentimiento se manifieste de diferentes maneras y provoque diversas consecuencias. 

Desde una sensación de constante rabia con el mundo que se mantiene transversal a las situaciones, hasta un deseo disimulado de destruirlo todo, la rabia trae a la luz importantes cosas de la historia personal que no han sido resueltas y de las cuales necesitamos darnos cuenta para hacernos cargo. 

Es aquí donde quiero traer a la luz lo que nos propone Clarissa Pinkola, ella nos invita a tomarnos las cosas con calma, sin necesidad de irnos a los extremos. Lo que implica cuidar no quemarnos en la rabia y también a prestar atención a no reprimirla. 

La rabia es una emoción que necesita ser procesada con madurez emocional y por ende, necesitamos dedicar tiempo para ver más allá de ella.  Las raíces pueden encontrarse en tu historia de niña, en el cómo te sentiste valorada, respetada y cuidada. Arraigándose en los territorios de la herida de la humillación, la vergüenza y la injusticia. La rabia busca hacer justicia en el presente, ante situaciones en que como niña te sentiste no cuidada o valorada en el pasado.

Para lidiar con el resabio de la rabia personal, hoy necesitamos contactar a nuestro yo más sabio y apoyarnos en este para hacer una lectura profunda de la rabia que nos habita, hasta llegar a sus raíces infantiles. El espacio terapéutico cuidado y protegido, nos permite hacer esta lectura profunda de nuestra rabia para desmenuzarla lo suficiente hasta reconocer lo que necesita ser visto y lo que necesita ser movilizado.

La curandera interior es el arquetipo que nos permite, mantenernos serenas y pacientes en la conversación con la rabia, es la parte más conocedora de nuestro yo. Mantenernos en un contacto constante con nuestra curandera interior, nos ayuda a mantener la calma y la paciencia sin necesariamente reprimirnos en la expresión de lo que se siente. Posicionarnos en este arquetipo para mirarnos a nosotras mismas, es una posición estratégica que nos hace lúcidas y poderosas. 

Los detonantes de la rabia

“La indignación o irritación […] se exacerba cuando se producen repetidos incidentes de falta de respeto, malos tratos, abandono o acusada ambigüedad en la infancia. La persona que ha sufrido tales lesiones está sensibilizada ante las nuevas lesiones y echa de manos de todas sus defensas para evitarlas”. Clarissa Pinkola Estés. 

De pequeñas podemos vivir distintas situaciones que nos hieren. Cuanto más profunda es la ruptura que estas dejan, más exacerbada es la molestia permanente que vive dentro. Por lo que ante ciertos detonantes sensoriales que recuerdan las injusticias originales, la rabia profunda emerge a la superficie incluso como un volcán. Este puede llevarnos a marcar los límites que necesitamos o a confrontar repetitivamente a los otros y vernos embarcadas en conflictos constantes. 

Esto ocurre por causa de los residuos furiosos que quedan de las antiguas heridas, microelementos que habitan la psique a largo plazo aún incluso con toda la terapia que cada mujer pueda realizar. 

Lo claro es que ninguna de las formas extremas de tratar la rabia antigua nos beneficia. Por una parte, reprimirla lleva a que el cuerpo cargue con una impronta emocional que necesita ser canalizada, ya que de lo contrario lleva a somatizaciones y enfermedades que terminan por drenar incluso más energía que la herida original. En palabras simples reprimir la rabia nos enferma, nos daña el cuerpo hasta destrozarlo, se nos enferma el útero y las mamas. 

Por otro lado, sacar la furia de una manera volcánica puede llevarnos a impulsos agresivos de los cuales las consecuencias sean irreversibles. Clarissa nos dice al respecto “Aunque es cierto que a veces necesitamos desahogar nuestra furia antes de poder pasar a una serenidad aleccionadora, debemos hacerlo con cierto comedimiento. De lo contrario, sería como arrojar una cerilla encendida a un charco de gasolina”.

Procesar la rabia profunda

La rabia que permanece acumulada desde las heridas infantiles necesita ser canalizada considerando los siguientes puntos. 

  1. Esto implica primero que todo reconocer que existe. De lo contrario nos vamos al primer extremo de reprimirla para continuar la vida como si nada, convirtiéndonos en mujeres extremadamente dulces y condescendientes ante los demás. E incluso manteniendo una pugna con la rabia y un rechazo hacia ella.
  2. Involucrar el cuerpo para moverlo y así liberar la energía corporal de la rabia que necesite ser liberada. Esto implica realizar actividades de impacto que agoten la energía disponible a destruirlo todo. Cuando el cuerpo está cansado, se abre un espacio hacia la serenidad y paciencia, necesarias para hacer un procesamiento psíquico profundo. 
  3. Luego necesitamos tomar cartas en el asunto y buscar los espacios terapéuticos que precisemos para sanar. Buscar una terapia individual o grupal que me permita hablar de lo que siento y desmenuzarlo hasta llegar a las raíces de la herida original. Una vez que miramos esa herida personal que no ha sido vista, avanzamos grandes pasos en nuestro propio crecimiento. 
  4. Marcar los límites que necesitemos marcar en el presente, ya que de no hacerlo estamos cayendo en antiguos patrones de falta de respeto hacia nosotras. Desde nuestra psique necesitamos asumir que ya no somos la niña, somos la adulta que puede tomar decisiones y cartas en el asunto. Aquí la rabia se convierte en una aliada poderosa que nos muestra como tomar la fuerza necesaria para decir un gran e importante NO. Para marcar estos límites la terapia nos ayuda a reconocer de qué formas nos sentimos heridas en el pasado. 
  5. Profundizar el compromiso con la rabia y fortalecer su rol de aliada. Lo que nos permite tomarla como fuerza creativa disponible para transformar la propia vida y crearla de la manera que nos sea mayormente coherente. Si no has sido capaz de dar un paso tremendamente importante en tu propia vida, te invito a ver la forma en que la rabia pueda ser una catapulta hacia lo que si mereces y sueñas. 

Finalmente, no esperes a deshacerse de tu rabia en un día o la próxima semana, este es un trabajo profundo y progresivo que la mayoría de las veces implica sanar heridas traumáticas de infancia. Por esto, te invito a ser paciente contigo misma y a tratarte con mucha compasión y amor en cada una de las etapas del procesamiento de tu rabia profunda. Ante todo hago el llamado a cultivar la paciencia que ayudará a la sanación real y a buscar formas creativas de expresar la rabia. 

Si bien precisamos, dar lugar a la rabia que nos habita y mirarla a los ojos, no podemos vivir toda la vida enojadas, de ser así nuestra energía vital se quema por completo. Clarissa Pinkola nos dice: Una cólera permanente es un fuego que acaba quemando la energía primaria […] Al cabo de algún tiempo, la cólera arde hasta alcanzar unas temperaturas extremadamente altas, contamina nuestras ideas con su negro humo y obstruye otras maneras de ver y comprender.

Con amor inmenso, Ximena.

Bibliografía

La demarcación del territorio: los límites de la cólera y el perdón. Mujeres que corren con los lobos. Clarissa Pinkola Estés

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