Maternarse a sí misma en el duelo y la pérdida

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La pérdida de quienes amamos o de situaciones importantes para nuestra vida, sin duda es algo que a todas nos tocará vivir. Ya sea por la muerte de un familiar cercano, el término de una relación, el desplome de un proyecto o sueño por el cual se ha trabajado, todo nos ocasionará la sensación de dolor y confusión.

Independiente, si ha sido solo una o han sido varias pérdidas las que se han atravesado a lo largo de la vida, esto nos llevará a sentir el vacío inmenso que queda. Lo que nos permitirá reconocer la propia capacidad de atravesar el dolor, buscar ayuda, dejarnos acompañar y procesar las emociones a medida que pasa el tiempo hasta encontrarles un sentido profundo para la existencia. 

El proceso de duelo se desenvuelve de una manera saludable cuando nos otorgamos espacio y tiempo para aceptar el dolor que nos habita, sin negar que lo experimentamos. “Hacer como si nada”, resulta tremendamente contraproducente, puesto que entierra nuestras emociones en lo más profundo de la psique, llevándonos a somatizar y enfermar. Sin la oportunidad de elaborar lo vivido.

Por lo tanto, vivir el duelo de una manera activa, hablando sobre las emociones y permitiéndose acompañar con una presencia terapéutica compasiva, nos permite crecer desde lo doloroso.

 

Las etapas del duelo

Atravesar las diferentes etapas de un duelo con sabiduría, comienza con aceptar, que sea lo que sea que se haya perdido, esto fue movilizado por fuerzas más grandes que nosotras mismas. Por lo que, ciertamente no hubo nada que hayamos podido hacer para evitarlo. 

Sin duda, cada pérdida forma parte de un camino espiritual que viene a dejarnos enseñanzas que nos van haciendo más humanas y sabias.

Respecto a la pérdida de los seres amados, mientras me formaba como consteladora familiar, una sabia profesora nos dijo en una clase en que alguien compartió una historia sobre la pérdida de un ser amado a causa de suicidio: “no somos Dios, no podemos evitar que alguien trascienda, es algo que no depende de nosotros. Creer que hubiéramos podido hacer algo para evitarlo es creer que somos Dios y eso es una carga demasiado pesada”.

En ese momento, pude entender que la muerte de mi abuelo materno, quien partió por un accidente cuando tenía 10 años, simplemente había ocurrido de esa forma, y yo en mi mente de niña, siempre había creído que alguien mágicamente hubiese podido evitar su muerte.

Cuando escuché lo que dijo esa profesora, algo dentro de mí se liberó y terminé de cerrar un duelo aún sin cicatrizar veinte años después.

Las etapas del duelo, nos llevan en primera instancia, a negar lo ocurrido y sentir un enojo profundo con la vida y con nosotras mismas, lo que puede durar muchos años. Sin embargo, el tiempo y el procesamiento lúcido del dolor, nos ayuda a avanzar hacia una comprensión que nos otorga un nuevo sentido para la vida. Es aquí donde visualizamos los aprendizajes que la pérdida, nos ha dejado. Llegando a contactar con la calma que trae la experiencia de la aceptación y la comprensión.

Aún así, cada duelo es único, y tiene un tiempo sagrado, esto es algo que no podemos apresurar. Necesitamos incorporar de una manera saludable la pérdida en nuestros quehaceres cotidianos, permitirnos sentirla y compartirla. 

Dejarnos acompañar es el tesoro luminoso, que hace de un duelo un lugar seguro donde transformarnos juntos y crecer.

 

Maternarnos en el duelo

Durante el dolor de un duelo ponemos a prueba nuestra capacidad de maternarnos, lo que definimos como el arte de cuidar de nosotras mismas a diario y también en circunstancias especiales como la muerte de un ser amado.

Los pilares del automaternaje, se asientan primero que todo, en el cuidado diario que ejercemos con nosotras mismas, a través de una serie de hábitos que se van naturalizando y asentando. 

Así también, se basa en la cercanía que cultivamos con nuestros vínculos más íntimos, y que en circunstancias difíciles, nos permiten pedir ayuda y dejarnos sostener. 

Por lo tanto, el maternarse a sí misma, si bien comienza con aprender a sostenerse y contenerse día a día, en las grandes y pequeñas dificultades, también, es clave saber que para que nuestro automaternaje durante los duelos sea saludable, necesitamos estar conectadas a una placenta externa que como un tejido sano de vínculos sostenga nuestro ser.

No es sano vivir un proceso de duelo completamente solas. Para maternarnos sabiamente a nosotras mismas, nuestro sistema de maternaje necesita ser maternado a la vez. 

Y con maternaje me refiero a cultivar un estilo de vida saludable, y también, a la batería de herramientas prácticas con que cuidas de tu ser. 

Cuanto más saludable sea tu estilo de vida, cuantas más herramientas desarrolles (como la meditación, la escritura y el contacto con la naturaleza) y cuanto más leales sean tus vínculos (la placenta externa), más poderoso y transformador será tu sistema de maternaje. Lo que permitirá que cada uno de tus pequeños y grandes duelos ocurran dentro de un tejido sostenido y regenerativo, cuya tendencia siempre será la sabiduría y la salud. 

 

Puntos clave para maternarnos en el duelo

  1. Hablar acerca de nuestras emociones, compartir lo vivido con quienes nos rodean a medida que nos sintamos listas para hablar. 
  2. Realizar un rito de paso que nos ayude a asimilar la pérdida. Por ejemplo, ir a un lugar de la naturaleza, pedir ayuda y acompañamiento a la energía divina femenina en el tránsito de este dolor y hacer una ofrenda de flores, tabaco o cacao a la tierra. Así también, en nuestros espacios íntimos podemos hacer un altar que simbolice nuestra consciencia de la pérdida.
  3. Otorgarnos tiempo de distensión para pasar con quienes amamos y sentimos que podemos ser nosotras mismas.
  4. Leer acerca de la muerte y el duelo para aprender nuevos paradigmas. Aprender visiones de otras culturas nos ayuda a ampliar nuestro entendimiento acerca de lo que se está viviendo. 
  5. Buscar activamente un proceso terapéutico que nos permita procesar y elaborar. Permitirnos ser acompañadas.
  6. Pasar tiempo en la naturaleza, ya que ella nos materna de manera innata.
  7. Escribir a diario sobre lo que sentimos.
  8. Meditar y practicar la observación de las emociones como una observadora lúcida.
  9. Hacer actividades grupales y corporales que nos permitan externalizar el contenido emocional.
  10. Tratarnos con amor y el cuidado máximo, ya sea con nuestro diálogo interno, como con las acciones que realizamos con nosotras. 

 

Te comparto aquí el cuento completo de Kafka y la Muñeca, la omnipresencia de la pérdida.

Por May Benatar

 

«Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada porque había perdido a su muñeca.

Kafka se ofreció a ayudar a buscarla, pero no apareció, entonces Franz, le contó a la niña, que su muñeca, no se había perdido, sino que estaba viajando alrededor del mundo y le explicó que él era un cartero de muñecas, especializado en llevar las cartas de las muñecas viajeras del mundo.

La niña, le pidió que si recibía alguna de su muñeca, se la llevara y durante tres semanas, Kafka le llevó las cartas escritas por la muñeca viajera.

“Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir todas mis aventuras».

Cuando él y la niña se reunían, le leía estas misivas, cuidadosamente compuestas con miles de aventuras imaginarias sobre la muñeca, cuyos viajes por el mundo que evocaban a los de Phileas Fogg.

La niña se consoló con la idea de que su amiguita estuviera viviendo tantas y tan variadas experiencias. 

Pasadas unas semanas, Kafka le regaló una muñeca nueva a la pequeña, ella obviamente, la veía diferente a la suya, pero una carta adjunta le explicó la razón de su cambio:

– “Querida amiga, mis viajes me han cambiado“.

Muchos años más tarde, la niña encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca que decía:

”Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente”.

 

Si así lo sientes, puedes compartirme como han sido tus experiencias de duelos a lo largo de tu vida.

Con inmenso amor

Ximena

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