La importancia de maternarse a sí misma y dejarse maternar

maternarse a sí misma

Cultivar el arte de maternarse a sí misma, amerita un camino de transformación, a largo plazo y sostenido en el tiempo. 

Todo inicia con la sanación de la herida con la madre, lo que genera el espacio interior necesario, para propiciar y sostener la evolución del automaternaje.

Cuanto más curo la herida con mamá, mi madre interior se torna más madura y lúcida, y más óptima resulta mi forma de maternarme a mí misma. Y cuanto más curo aquello que me duele, más amplio se torna el espacio interno donde me es posible recibir apoyo, muestras de cariño y ayuda de otros.

Mi madre interior es un espacio de la psique relacionado a mi ser adulta. Esta posee una plasticidad importante, por lo que la capacidad de maternarnos va evolucionando según las experiencias que experimentamos y los procesos terapéuticos que nos otorgamos. 

Por lo tanto, una herida profunda con la madre, no nos condena a tener una vida carente de cualidades y herramientas con que sostenernos. Aún llevando vivencias traumáticas profundas en la memoria, es posible transformar su huella en un aprendizaje poderoso y en experiencia de vida.

Al respecto dice Bethany Webster: «Con el fortalecimiento de la madre interior y su constante transformación, aprendemos que una historia de infancia difícil no condiciona irremediablemente el destino, nuestra energía vital se enraiza en el presente».

Esto nos conecta con el planteamiento de Clarissa Pinkola Estés en el cuento Vasalissa la sabia: “Recibimos el legado de una madre interna, y cada quien tiene la tarea de fortalecerla”. 

Y la fortalecemos a medida que vivimos experiencias que resultan nuevas y desafiantes, puesto que a partir de ellas ponemos a prueba capacidades nuestras como la intuición y la fiereza. 

De esta manera, con cada nuevo desafío afrontado, impulsamos la evolución de la madre interior que recibimos hacia la madre interior, sabia y salvaje que necesitamos. 

Y toda mujer, necesita vivir un camino que además de reparar lo herido, fortalezca sus arquetipos internos, hasta que estos trabajen en mutua colaboración entre sí.

 

TODA MADRE INTERIOR NECESITA SER SOSTENIDA Y MIMADA

La tarea de fortalecer la propia madre interior, no es sinónimo de aprender a sostenerme en soledad y autoexigencia.

Muchas veces, el proceso de desarrollar madurez emocional, nos puede conducir a interpretar esta cualidad, como la práctica de una independencia extrema, con la que terminamos por aislarnos emocionalmente, convirtiéndonos en personas sumamente autoexigentes. Y esto no nos resulta sano, puesto que un camino extremadamente solitario, puede tornarse pesado, triste y agotador. 

Con esto, se enfatiza la importancia de encontrar la tribu. El camino curativo no solo se trata de sostenernos saludablemente a nosotras mismas, también implica aprender a pedir ayuda, ser ayudadas y acompañadas. Y una madre interior se torna madura y sana, cuando más sostenida y mimada está. 

Hoy en día ocurre que se romantiza la independencia, y el ser autosuficientes, sin embargo, en el fondo más profundo del ser, podemos inferir que cada quien anhela una compañía genuina y sincera, que esté presente en momentos de felicidad y sobre todo de tristeza y pérdida. 

Estas dos caras del proceso de maternarse, donde, por una parte, se experimenta el deseo de sostenerse a sí misma en soledad y por otro, la compañía sólida de más personas, trae a la luz la herida original con la madre, al no haberla podido tomar en el corazón debido a su no disponibilidad, aunque anhelando profundamente su sostén y amor.

Para sanar la herida materna, es clave que la madre interior sea sostenida y mimada por una placenta externa de personas, y así nosotras ser, lo que vinimos a ser a este mundo.

Cuando más poderosa y sabia se torna la madre interior, y en cuanto más somos sostenidas por vínculos reales y sanos, estaremos en el lugar óptimo para hacer cosas más grandes con nuestra vida.

Cuanto más desafiante es mi propósito personal y de más alto impacto, son los proyectos personales que deseo concretar, más importante se torna el desarrollo de una madre interior fuerte y lúcida, que sea guiada y sostenida con amor y sabiduría entre vínculos sanos.

La madre interior, precisa estar sostenida por una estructura interna y externa que le permita, sostener su proceso de evolución a lo largo de toda la vida.

Por esto es que, el proceso de practicar el arte de maternarse a sí misma, se trata de fortalecer nuestra base para que soporte la grandeza de nuestros dones. Y esto es un ensayo y error, en que nuestras partes sólidas y fuertes, aprenden a cuidar de nuestras partes vulnerables y heridas.

En esta parte del camino, en nuestra vida interna se desarrolla un vínculo colaborativo entre madre interior y niña interior, lo que conlleva a que los diálogos interiores que nos repetimos a diario a nosotras mismas, se tornen saludables.

Te desafío a desarrollar una madre interior sólida, que a la vez tenga la sabiduría de sostener y ser sostenida.

¿Qué tan difícil es para ti ser sostenida?, ¿acostumbras a pedir ayuda?, ¿acostumbras a recibirla?

Espero este artículo haya sido de inmensa inspiración para ti.

Un abrazo genuino, Ximena.

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