En el equinoccio de otoño
La tierra nos hace un llamado silencioso
Como hijas de su vientre:
-A llevar el propio corazón bajo la custodia de Gaia
Y dejarlo allí hasta la siguiente primavera-
Reconfortando el alma con las brasas del origen
Rindiéndose al silencio gradual, que crece hasta el invierno.
Apenas inicia el otoño, la tierra oscura comienza a susurrar el nombre de sus hijas
Porque es tiempo de acurrucarse entre las raíces de los árboles más antiguos
Permitiendo que los propios pies
Se mantengan tibios con el caldero cálido de la madre.
Ésta es una invitación a mirar una pizca más adentro
Ver cada ángulo del propio rostro en un espejo ovalado
Hasta descubrir allí las propias partes desgastadas
Y curarlas con el calor del centro
Otorgándoles tiempos para que se gesten y renazcan
Maternándolas dulce y plenamente
Descubriéndote en ello como mujer fuerte, salvaje y plena.
Es tiempo de besar las grietas de tus pies
Mudar las plumas de las alas cansadas
Sembrar profundo el cabello que ha caído
Hasta aprender del silencio que anhela comunicarse con tu centro
Y allí maternar a la siguiente tú, que emergerá renovada.
Querida mujer, en el polo sur iniciamos el tránsito a las estaciones frías y silenciosas con el equinoccio de otoño. Ellas son una invitación a atravesar el umbral que comienza a conducirnos poco a poco a nuestro espacio más profundo de la vida femenina. Como todo cambio de estación, trae una nueva oportunidad, y por ello quiero proponerte escribas una carta de bienvenida a la energía del otoño, con la finalidad puedas mirar dentro de ti el espacio que se te está abriendo en esta oportunidad. Permítete ritualizar este momento como a tu alma le resuene.
Por Ximena Nohemí
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