Puedes llegar a ser una gran madre para ti misma. Puedes llegar a amarte incondicionalmente desde la infinitud del amor, que yace dormido bajo tus miedos.
Puedes APRENDER a arroparte en tus inviernos blancos y cocinarte una sopa de zanahoria y jengibre cuando tus defensas estén decaídas.
Puedes llegar a prepararte una infusión de hierbas, encender una vela blanca, elevar un rezo al cielo y sólo con ello, recrear una atmosfera que dé cálida calma y resguardo a tu corazón.
Puedes llegar a velar tus sueños, para que ninguna pesadilla o terror antiguo, te impida tener un descanso reparador.
Puedes llegar a hablarte con mesura y hasta contarte leyendas curativas antes de dormirte.
Puedes esperarte y darte fuerza, cuando los tiempos estén turbulentos y tu cuerpo precise descanso y nadie más que tú se lo pueda otorgar.
Puedes llegar a ser una madre compasiva y generosa con tu propia alma.
Puedes llegar a tratar contigo misma, de la forma más dulce con que nadie te ha tratado.
Puedes llegar a hacer todo esto y tantas cosas más por ti misma.
Puedes llegar a ser la gran madre guardiana del espacio sagrado de tu vida, tal como una gárgola que cuida la puerta de su propio templo.
No voy a decirte que es fácil, ES UN CAMINO LARGO y de muchas frustraciones antiguas que vendrán a atormentarte y hacerte dudar.
No obstante, CONFÍA y dale tiempo y esperanza, a la madre que se gesta en tu alma.
Permítele que florezca lentamente, HASTA QUE EL CORAZÓN SEA LO SUFICIENTEMENTE FUERTE Y MADURO para manifestarse en tu vida.
Para llegar a reconocer a tu madre interna, primero te invito a mirar a tu madre física a los ojos, otorgarle un genuino agradecimiento por su tarea realizada, y finalmente reverenciarla porque su misión ya fue cumplida.
Cierra tus ojos, toma sus manos y danza con ella como un ritual de cierre y agradecimiento. (Puedes oír durme durme de Tanja Solnik). Siente como desde aquí en adelante, te estás relacionando como una adulta sana con ella.
Sólo después de ese viaje de honor, la gratitud y la humildad, te obsequiarán el don de ser una gran madre para ti.
Y éste, será un viaje, sin juicio, sin miedo, sin expectativa y por sobre todo, sin la necesidad de competir con tu propia madre.
Si eres capaz de agradecer desde un genuino caminar a madre, padre e incluso a la vida con todo lo que se te otorgó hasta aquí, lo demás vendrá por añadidura y no habrá nada que deba preocuparte. Sólo ser tu misma y hacer lo que te dé gozo.
El secreto de la vida ha estado esperando por su revelación, y ésta es una invitación a descubrir la gratitud iluminadora que se guarda entre el rojo de tus venas.
Cuando encuentres ese sentimiento, déjalo que te habite y entra en el movimiento natural de ese rezo alquímico.
Cierra los ojos nuevamente y ahora danza contigo misma.
Primero danza con tu pequeña niña interna, tómala entre tus brazos si es necesario y luego déjala ir.
Danza también con tu adolescente interior y aquellas dudas insuperables que en ella experimentaste, luego sóplala desde tu corazón, deja que su imagen se disuelva y déjala ir.
Finalmente, danza con la imagen exacta de quién eres ahora, sonríete, pues ya estás siendo una gran madre para ti. Esto merece una gran celebración con tu alma.
Sin embargo, por favor, prométete leal y convincentemente a ti misma, que no permitirás que ese autoamor tan inmenso que te tienes, cree una coraza a tu alrededor, y cuando puedas ser vulnerable y frágil en los brazos de otro ser, te lo permitirás cuantas veces sea necesario.
Porque lo mereces, y porque eres frágil y fuerte, en una danza con los matices saludables de la existencia.
Este escrito es parte de mi libro M U J E R A V E
Por Ximena Nohemí
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2 comentarios en «Dar a luz a tu madre interior»
Gracias gracias gracias. Muy enriquecedor lo recibido que hace a la comprensión y a mis conceptos de mujer abriendo cada vez más mi corazón.Abrazos inmensos
Abrazos inmensos querida Elena