El arquetipo de la madre está compuesto por dos facetas, que como mujeres nos conducen a experimentar aspectos de la vida muy diferentes entre sí.
Por una parte, está la gran madre nutricia dadora de vida y contenedora. Quien nos entrega el alimento necesario para desarrollarnos. Es el aspecto de nuestra madre que nos materna de una manera dulce y sabia. En su representación encontramos diosas como Deméter de la cultura Griega y Tonantzin de los Náhuatl.
Por otro lado, está la madre oscura, que es el aspecto terrible y devorador de lo materno. Ella nos destruye y nos acompaña hasta la muerte, para finalmente enseñarnos como retornar a la vida. Por lo tanto, el aspecto de la madre oscura o también llamada Dama Negra, es el que nos transforma, conduciéndonos a un descenso y la consecuente evolución. Ya que ella, nos lleva a las profundidades de nosotras mismas, para que nos hagamos conscientes del dolor que nos habita y la alquimia de la que somos capaces.
La madre oscura es quien nos enseña que algo de nuestra vida tiene que ser destruido para renunciar a los planes del ego y a las ansias de perfección, hasta que lo genuino sea tomado. Nos empuja a rendirnos, para soltar las viejas estructuras que no nos hacen sentido, acompañándonos hacia el nacimiento de una nueva consciencia.
En el viaje arquetípico de la madre oscura, atravesamos la muerte y de ello siempre nace lo nuevo. Ella nos lleva a un posterior renacimiento.
Lo importante a saber es que, tanto el femenino nutricio como el femenino terrible, forman parte de la Madre como arquetipo, quien nos regenera y transforma. Por lo que estos aspectos, también pueden presentarse en nuestra madre física, quien nos vino a presentar los desafíos espirituales en nuestro proceso de evolución.
Los arquetipos de las diosas oscuras
El arquetipo de Kali, Diosa Hindú, es una madre oscura por excelencia que nos acompaña en la danza de los ciclos naturales de nacimiento, muerte y renacimiento.
Dice al respecto Doreen Virtue: “Kali es la personificación de la Madre Naturaleza, que purifica lo viejo con tormentas naturales y fuegos, consiguiendo así que la tierra sea fértil para nuestros cultivos y vida. Kali es la diosa definitiva para lograr llevar a cabo las cosas, y es una poderosa aliada para los que apelan a ella. Como una madre sabia, te empujará más allá de tu zona de comodidad para alcanzar las alturas de tu potencial”.
Otros arquetipos de diosas oscuras, madres de nuestros descensos a lo profundo son: Baba Yaga, Medusa, Hécate, Inanna y Lilith. Cada una de ellas nos acompaña en nuestras muertes y conocimiento de lo oscuro femenino.
El descenso
La madre oscura que nos habita, tiene su fuente en los aspectos hirientes y difíciles de la propia madre física que nos crio. Por lo que al ser tomados hacia el interior, conforman parte de la madre interna con que nos cuidamos a nosotras mismas una vez que somos adultas.
Es así como la herida con nuestra madre, nos conecta con el aspecto terrible de la madre arquetípica. Por lo que uno de los propósitos de la herida materna, es conducir a cada mujer al viaje hacia sus profundidades, hasta que ella pueda dar a luz a su versión más poderosa y real.
“Cuando una mujer realiza su descenso, puede sentirse desnudada, desmembrada o devorada por la rabia. Sufre una pérdida de identidad, la disolución de los perímetros de un rol conocido y el miedo que acompaña a la pérdida. Puede sentirse seca, en carne viva, desprovista de sexualidad o sufrir el dolor insoportable de sentirse vuelta al revés. Y puede pasar mucho tiempo ahí, en la oscuridad, esperando mientras la vida sigue en la superficie”. Maureen Murdock
Cada vez que una mujer se encuentra a la madre oscura desciende, y junto a ella se enfrentará a lo más doloroso de sí misma. La madre oscura que nos habita, es la que nos invita al inframundo, guiándonos con su linterna en la transformación de aquellas heridas que permanecen en sombra, ya sean de nuestra historia personal o de aquello que se ha heredado a través de las generaciones.
“El descenso está caracterizado como un viaje al mundo subterráneo, la noche oscura del alma, el vientre de la ballena, el encuentro con la diosa oscura, o simplemente como depresión. Generalmente, está desencadenado por una pérdida devastadora capaz de cambiar la vida. La pérdida de un hijo, de un padre, o del cónyuge al que se ha ligado la vida y la identidad, puede marcar el comienzo de un viaje al mundo subterráneo”. Maureen Murdock
En este viaje la mujer teme a la diosa oscura y lo que esta parte de sí misma puede hacerle. Pues la diosa oscura tiene las armas para destruir con severidad las viejas versiones de nosotras que ya no tienen sentido, y llevarlas hasta su aniquilación total.
Por lo que en el reconocimiento de la madre oscura que nos habita, así como en el permitirnos habitar cada una de sus versiones a través de las diferentes diosas, nos abrimos a realizar los descensos a nuestra psique profunda con una nueva disposición. Que nos embarca en un viaje de descubrimiento personal, que nos inunda de sabiduría esencial para la vida.
Una vez que hemos mirado a la madre oscura a los ojos, y hemos visitado su morada en lo profundo del submundo, nunca volveremos a ser las mismas. Con cada descenso nace una nueva mujer.
“En el submundo no hay sensación de tiempo; el tiempo es eterno y no se puede acelerar la estancia. No hay mañana ni día ni noche. Está densamente oscuro e inhóspito. Esta negritud penetrante es húmeda, fría y hiela hasta los huesos. No hay respuestas fáciles en el mundo subterráneo; no hay un atajo de salida. Impera el silencio cuando cesa el llanto. Una va desnuda, andando sobre los huesos de los muertos”. Maureen Murdock
Con inmenso amor,
Ximena
Referencias
Documental “Danzando entre llamas”. Marion Woodman
Las cartas del oráculo de las Diosas. Doreen Virtue
Ser mujer un viaje heroico. Maureen Murdock