Con mucho amor e ilusión comparto la entrevista que me realizó Montse Ros Tarrés para la agenda AGENDA NATURALEZA FEMENINA 2021. Que sea mucha inspiración y medicina.
¿Que significados sagrados tiene para ti la sangre menstrual? Cuál es su lenguaje oculto?
La sangre menstrual es un tejido humano altamente sagrado, misterioso y alquímico. Es muy diferente del resto de la sangre de nuestro cuerpo, ya que una vez que este tejido llegó al útero para conformar el endometrio, se transformó en una capa impregnada de información acerca de las memorias uterinas, ¿qué quiere decir esto? Que contiene lo antiguo de las mujeres de mi linaje y por supuesto, aquello que no he sido capaz de ver en mi propia vida íntima. La sangre menstrual, al haber pasado por el útero se impregna de su huella, y una vez que sale al exterior nos cuenta muchas cosas de nosotras mismas según la forma en que sea nuestro sangrado, sin embargo, no siempre sabemos descifrar el mensaje que esta nos trae. Aprender a leerlo a través de la observación y autoconocimiento constantes, es una tarea muy importante del ser mujer, ya que implica crecimiento y autoamor.
Dices que nuestros úteros guardan historias de nuestro linaje. Háblanos de ello, del hilo rojo que une los úteros de las mujeres de nuestro linaje y con la Madre Tierra.
El útero es un cántaro, una vasija sagrada cuyo rol es ser un gran reservorio de información a través de las generaciones. Aquí hay historias acerca de mis linajes de madre y padre, sin embargo, un punto muy especial, es que contiene la información acerca de mi linaje matrilineal. Éste alude a la cadena útero-útero que parte desde mí, sigue con mi madre, continúa con la madre de mi madre, mi abuela materna, luego la madre de mi abuela materna, y después la madre de esa bisabuela, y así sucesivamente hasta los inicios de la vida. Por lo tanto, el hilo rojo se conforma cuando yo sigo la huella de úteros ininterrumpida en mi historia familiar, desde allí viene un material genético llamado ADN mitocondrial. Las invito a investigar y a profundizar sobre este tema apasionante.
La madre tierra, al ser un ser vivo y un arquetipo principalmente desde el femenino, también contiene un útero, éste está en el centro del planeta y generalmente lo visualizo como un corazón cálido, ese es un imaginario disponible para nosotras las mujeres, pues a través de la meditación, en una práctica asidua, podemos visualizar nuestro útero conectado al útero de la madre tierra en el centro del planeta, ello trae mucha cura a nuestra vida, ya que recuperamos la sensación de estar siempre sostenidas, siempre enraizadas y conectadas a la madre naturaleza. Aquí curan memorias de dolor, soledad y desarraigo, trayendo nueva información de refugio, fertilidad y nutrición.
En las comunidades ancestrales había la costumbre de sangrar a la tierra y honrar la llegada de la sangre, además de ser guardianes de un profundo saber de la naturaleza cíclica femenina. ¿En qué momento crees que hemos perdido el vínculo con nuestra ciclicidad, con este conocimiento ancestral? ¿De dónde crees que viene la herida con lo sagrado femenino? Y cómo nos está afectando esta herida?
Las mujeres compartimos una memoria en común en nuestro útero, en ella existe registrada una herida arquetípica a la humanidad y me gustaría compartírselos con una historia. Antes, hace miles de años atrás existió en el planeta una cultura matríztica (que no es no mismo que matriarcal), en ella la forma de vivirse como mujer en el mundo solía ser muy diferente. El cuerpo de la mujer, era la representación viva de la madre tierra, a quien se le veía como una divinidad, una diosa de la regeneración, que estaba constantemente ciclando en las estaciones, Así es como, su fertilidad a través de los alimentos, permitía el desenvolvimiento de la vida.
La mujer, experimentaba las mismas etapas de vida y muerte de la naturaleza en su cuerpo. A grandes rasgos, posterior a ello comenzó a desplegarse en el planeta la era del patriarcado, aquí comenzaron las luchas por las tierras, el uso de los apellidos, y la medicalización del cuerpo femenino. Esto es muy clave, porque entre el paso desde la cultura anterior a esta cultura, hubo un quiebre en la psique femenina, la mujer se separó de su sexualidad sagrada, su medicina y sobre todo se peleó con las informaciones que le transmitía su cuerpo. El deseo sexual femenino fue altamente demonizado y relegado, esto sin duda trajo un sinfín de complicaciones y dolencias a nivel, sexual y emocional para las mujeres a través de varias generaciones.
¿Cómo relacionas esta ruptura con la pérdida y el daño al vínculo con la Madre Tierra? Cuál es el vínculo que hay entre la sangre menstrual y la Madre Tierra? Cómo afecta nuestra actitud consciente y amorosa al cuidado de la Madre Tierra? qué y cómo podemos hacer para cuidar la Madre Tierra a través de nuestra sangre menstrual y restablecer su equilibrio?
La mujer, nuestras antepasadas, se perdieron a sí mismas, y con ello perdieron un vínculo sagrado con la vida y con la tierra. Anteriormente las mujeres conocían los secretos de la naturaleza, ya que, sabían que existía un puente de comunicación con lo invisible. Por lo tanto, existía una escucha constante a la madre vida por parte de las mujeres, quienes eran llamadas sacerdotisas, curanderas o sanadoras. De esa forma, a medida que la energía patriarcal se instalaba en el planeta las mujeres fueron obligadas a dejar y olvidar su magia, mientras que muchas fueron asesinadas y torturadas por estas prácticas.
Hoy en día la sangre menstrual nos devuelve la posibilidad de reconectar con esta memoria antigua, cuando en el presente una mujer siente un llamado a realizar un rezo menstrual con su sangre, esa magia hace siglos enterrada la envuelve nuevamente, y de esa forma es como recordamos quienes fueron nuestras antepasadas, el legado que éstas nos heredaron y quienes somos hoy nosotras.
«Conecta con tu sangre y cura tu vida». ¿Qué quieres decir con esto? Háblanos del camino de sanación al que nos enfrentamos las mujeres hoy en día.
Cuando la mujer desarrolla una relación consciente con su sangrado, eso trae mucha cura al presente. Pues permite que cada mujer cultive una relación amorosa y real consigo misma, sanando siglos y siglos de memorias de castigo, desarraigo y dolor del cuerpo femenino. Cuando la mujer se separó de su cuerpo y su vínculo espiritual con la naturaleza, se peleó consigo misma repudiando su deseo sexual, su fuego y su sangre. Hoy, conectar con la propia sangre va mucho más allá de comenzar a estudiar los ritmos de ciclo o cambiarnos a métodos conscientes de sangrado, implica modificar creencias que han llevado a diversas generaciones de mujeres a enfermar. Cura tu sangre quiere decir que todo el bagaje de creencias que nos enferman o alejan de nosotras mismas, sea transmutado a creencias sublimes, luminosas, livianas y amorosas que impulsen a cada mujer a habitar su cuerpo de una manera salvajemente auténtica durante su paso por la tierra.
¿Cómo podemos hacer para integrar lo masculino sagrado en este proceso de sanación?
Ello es importantísimo y requiere que primera que todo podamos sanar la relación con los hombres del propio linaje para que luego podamos sanar la relación con los hombres del mundo. No podemos llegar a un masculino sagrado, si antes no tomamos en nuestro corazón al hombre como ser humano, capaz de equivocarse y caerse. No podemos hablar de sagrado masculino, si antes no hemos sido capaces de tomar a nuestro padre en el corazón, así como también a nuestros hermanos, amigos, pareja. Primero debemos partir por integrar el masculino en nuestra propia historia, honrando y respetando el lugar de los hombres en la tierra. Mujeres y hombres crecemos unos con otros, y en ello hace muchísima falta una reconciliación femenino-masculino en nuestro corazón.
¿cuales son los desafíos para las futuras generaciones, para nuestras hijas? ¿Cómo podemos hacer para que nuestras hijas crezcan con una mirada más amorosas y consciente en relación a su naturaleza femenina?
Hoy es clave educar, pero hablo del echo de impulsar y expandir una educación que lleve a las niñas de regreso a sí mismas, para que jamás vuelvan a separarse de su autenticidad y al fin sane la herida de desarraigo que tantas generaciones hemos cargado. Así también, necesitamos una educación que permita a los niños, conocer lo sagrado en su propio cuerpo y a respetar por sobre todas las cosas, el cuerpo femenino. Necesitamos escuelas que reconozcan la importancia de cultivar seres humanos, más que educar, promoviendo virtudes que permitan que los futuros adultos que pisen la tierra sean seres conscientes de su naturaleza femenina y masculina, y así mismo sean capaces de mantener una relación sana y sagrada con la naturaleza.
Con amor, Ximena Nohemí
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Lindo!