Equinoccio de primavera: tiempo de florecer (hemisferio sur)

Sanar Relación Con La Madre

Para el hemisferio sur, bienvenida dulce primavera, felices florecimientos hoy y siempre.

El equinoccio de primavera 2020 se dará en el hemisferio sur el martes 22 de septiembre a las 10:30 am (hora para Chile y Argentina). Este momento marca un renacimiento de todas las cosas. Las plantas, los árboles, los animales, incluso nosotros, los humanos, sentimos la necesidad de salir de la cueva en donde pasamos el invierno para volver a florecer, ser libres y conectar con el espíritu de la naturaleza. Este evento terrenal y celeste ocurre dos veces al año: en el hemisferio sur en otoño, 20 o 21 de marzo, y en primavera, entre el 22 o 23 de septiembre de cada año (Por Zezi González en diario digital El Clarín).


Los tiempos de la tierra son sabios e ineludibles, nos llevan a florecer y también nos llevan a ir hacia dentro, aprender a danzar con estos en equilibrio, es nuestra tarea.

Por ello es que, por ejemplo, la genética de la flor y de cada elemento en la naturaleza, tienen la información del camino hacia el florecimiento, pero también, conocen que luego de florecer y expandirse, viene el tiempo de marchitarse, aquí todo cae, desciende, se silencia, los pétalos de la flor caerán como abono a la tierra, y eso posteriormente, la nutrirá a ella misma y a otras plantas. Éste, es el ciclo natural de regeneración de la existencia.

De la misma forma, tú genética y también tu alma, tienen la información del camino hacia tu propio florecimiento y plenitud (como la primavera), y así también reconocen y codifican tus tiempos y rutas para ir hacia adentro (como el otoño).

Por lo tanto, todos los tiempos de la tierra son una invitación a ir hacia un lugar (ya sea superficie o inframundo), y permanecer allí el tiempo que sea necesario. De esa forma, se realiza una sabia administración de la propia energía, sexual-vital-creativa.


En los tiempos de introspección, descenso y silencio, pareciera que nos estamos marchitando, sin embargo, la realidad es que una voz profunda nos está llamando hacia adentro de nosotras mismas y hemos atendido el llamado.

Es la misma voz que conduce al árbol a soltar sus hojas, al ave mudar sus plumas o a la osa a hibernar. Esa misma voz de la tierra, también llama a las mujeres para que tengan tiempos naturales de introspección, regeneración y descanso, ya sea en otoño o en otros momentos del año.

Cuando escuchamos esa voz profunda y la atendemos, no hay energía para florecer, al contrario, es tiempo de ser abono: bajar el ritmo, nutrirnos, maternarnos, realizar un proceso terapéutico, mimarnos, hacer arte, limpiar la casa o reordenar el mundo interior para reenfocar el norte.

Por lo tanto, debemos reconocer que la vida resulta una danza constante, todo lo que nos rodea, danza en estas ondulaciones del florecer, marchitarse, ser abono. La maravillosa Clarissa Pinkola Estés dice:

‘El importante trabajo que tenemos por delante es el de aprender a distinguir, entre todo lo que nos rodea y lo que llevamos dentro, qué tiene que vivir y qué tiene que morir. Nuestra misión es captar el momento más oportuno para ambas cosas; para dejar que muera lo que tiene que morir y que viva lo que tiene que vivir’.

Y claramente, si llegamos a ser capaces de notar estos ritmos, ya estamos en el flujo de reconocernos como mujeres salvajes y como auténticas hijas de la tierra.


Los tiempos de florecimiento, por su parte, nos invitar a salir de la cueva (simbólica o física) en la que hemos permanecido ya bastante tiempo a lo largo del invierno, pues con la primavera, inicia un nuevo ciclo, una nueva posibilidad de emerger con energía renovada.

El tiempo de quietud, silencio y observación del invierno atravesado, ha permitido que muchas cualidades y nuevos sentidos se hayan gestado en nosotras, por lo que es tiempo de tomar un respiro profundo y con la fuerza que sea necesaria subir hacia la superficie de la tierra y florecer, sin embargo, para que esto sea posible, debemos tener claridad, que una parte nuestra ha muerto y ha quedado atrás, en la misma cueva donde se permaneció todo el invierno. Esta parte nuestra puede simbolizar antiguas creencias, antiguas relaciones, viejos paradigmas de la vida o acerca de formas de tratarnos a nosotras mismas.

Debemos saber que, sólo podemos avanzar, y enraizar nuevas formas de ser, sí dejamos partir aquello que ya está obsoleto en nosotras mismas.

Para reconocer este punto de inflexión clave puedes preguntarte a ti misma: ¿Qué debo dejar atrás hoy? ¿Qué antigua parte de mí debo dejar como abono u ofrenda a la tierra? ¿Qué cosas son aquellas por las que debo agradecer hoy y dar la bienvenida? ¿Qué aspectos de mi vida hoy merecen celebración?

Este tránsito clave hacia la superficie de la vida interna femenina, está muy bien simbolizado por la salida de Perséfone del inframundo, ella, después de haber permanecido allí una temporada, regresa al mundo de la superficie, donde todo florece y los pájaros cantan, allí se reencuentra con su madre, Deméter,  y se siente tranquila y feliz, esa felicidad de ambas, permite que la primavera llegue y la tierra brote. Sin embargo, esto no es para siempre, ambas saben que posteriormente tendrá que regresar a lo profundo, frío y silencioso de la tierra, y así por toda la eternidad.

Puedes leer sobre el mito de Perséfone y Deméter desde aquí.

Por lo tanto, la invitación es a reconocer los ritmos de la tierra donde hoy estamos, estos nos permiten la regeneración y buena administración de nuestra energía, y es antinatural permanecer todo el tiempo en la superficie o todo el tiempo en el inframundo, te invito a danzar con lo que hoy está cantando la madre tierra para ti.

Hoy en el sur del planeta la primavera llega (yo estoy en una zona de Chile con las estaciones bien marcadas). Es tiempo de honrar y agradecer, dar la bienvenida, danzar y celebrar, llenarnos de colores, llenar de agua y flores nuestros cántaros, hacer arte, buscar nuevas formas de llevar nuestro cabello, reordenar la casa, el lugar de trabajo y la habitación. Estar más tiempo outdoor que indoor. Sentarse a escuchar las aves y alegrarse con ello, abrazar los árboles y caminar en el campo, la ciudad o el bosque, sonreír más, compartir más con quienes están en nuestra vida. 

Con la primavera decidimos quedarnos en la vida. Feliz vida, feliz nuevo ciclo.

Para el hemisferio norte y su inicio en las estaciones de silencio les comparto este post. Feliz descenso al vientre de la tierra.

Que tus danzas con los ritmos de la tierra, siempre te traigan alivio y nuevas sabidurías
Con amor
Ximena

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