Maternarse: El arte de ser la madre sabia y salvaje de sí misma

Rezo Tribu
Maternarse a sí misma es el arte de aprender a ser una gran madre para la propia vida. Permaneciendo en la tarea constante, de fortalecer a la madre interior.
En principio, esta cualidad es tomada desde la madre que nos cuidó cuando pequeñas, así como también, desde otras madres simbólicas que pudimos tener.
En la vida adulta, naturalmente aparecen otros modelos maternos de inspiración, como las amigas, la terapeuta personal y figuras femeninas líderes. Que junto con las nuevas experiencias desafiantes, conducen a la madre interior inicial a una metamorfosis profunda. Esta transformación es clave para tu sanación, crecimiento y evolución.

 

Desde la relación con los padres a la madre interior

Crecer implica soltar progresivamente la dependencia a los padres, para consolidar una imagen de ellos dentro nuestro. Cuando ya somos adultas, no necesitamos la presencia física de madre y padre para que la vida pueda desarrollarse en equilibrio, ahora ellos quedan libres, ya que por sí mismas somos capaces de nutrir, contener y marcar límites saludables. Esto implica que todas las tareas desempeñadas por ellos cuando éramos pequeños, ahora las realizamos nosotras.

Esto es precisamente el inicio de la madre interior. Si bien cuando somos pequeñas nos cuida nuestra madre física o una figura materna, una vez que crecemos, progresivamente vamos desempeñando el rol de madres nosotras mismas. Así es como, capa a capa el cordón invisible que nos ataba a nuestra madre se va debilitando, y los roles maternos como nutrir, contener, proteger y motivar, los aprendemos a desempeñar desde nosotras y para nosotras.

Si bien crecer implica dejar morir lo que ya no tiene vida, como por ejemplo, el tipo de vínculo con la madre cuando se era niña. Esto también es una posibilidad de fortalecer aquello que es idóneo para nosotras como mujeres adultas.

A medida que dejamos libre a la madre real, y asumimos que su tarea fue cumplida, más se fortalece la libertad y autenticidad de la madre interna. Sin embargo, esto es un proceso progresivo y no ocurre de la noche a la mañana.

Por ello es que muchas veces este paso hacia la madurez emocional de la madre interior requiere la guía de un proceso terapéutico.

 

La madre interna y su proceso de transformación

La madre interna se va permeando de cada experiencia importante vivida, los diversos procesos y relaciones que  experimentamos, así como de la observación de otras mujeres fuentes de inspiración que se maternan saludablemente a sí mismas.

Por lo que a través del despliegue del camino de desarrollo personal, es posible que en algún momento la madre interna que llegamos a tener en la vida adulta, sea totalmente diferente de la madre que tuvimos cuando pequeñas. Esto nos permite comprender que, la madre interior no es una parte fija dentro de nosotras, ella es moldeable, flexible y permeable. Lo que nos da la esperanza de poder sanar y transformar todo lo que haya sido doloroso o difícil cuando fuimos pequeñas, ya que la madre interna va madurando en paralelo al tránsito de nuestro camino curativo.

En esta transformación inevitable, rescato cómo muy importante sostener la claridad de nuestro lugar como hijas y más que establecer una competencia con la propia madre, intentando ser mejores que ella para restregárselo en su cara a toda costa, la clave es honrar lo recibido (aunque haya sido lo mínimo y necesario para crecer). Reconociendo que cualquier cosa que nos haya faltado de pequeñas, podemos otorgárnosla nosotras mismas, a través de las virtudes y habilidades que vamos desarrollando y que nos van permitiendo cubrir la brecha del vacío materno. 


 

Reconocer el legado de la propia madre

Para dar paso a la metamorfosis de la madre interior, debemos reconocer que, de adultas, la madre real aún vive dentro nuestro. Muchas veces reconocemos manifestado en nosotras su propio estilo al moverse, su voz, su nivel de energía, sus dolores y hasta sus agobios profundos con el sentido de la vida. En ocasiones ocurre que la madre continúa presente en el interior con tal fuerza, que existe una réplica exacta de ella en la hija. ¿Cómo es en tu caso?


De esa manera espontáneamente nos vemos relacionándonos con el mundo de la misma forma como lo hacía nuestra madre. Simple, inicialmente somos un átomo que se reproduce desde su inmenso universo. Sin embargo, el desafío de cada hija aquí es honrar lo que ha recibido desde la propia madre y luego encaminarse a encontrar y construir cada día su propia madre interna auténtica. Solo así podrá llegar a ser una madre genuina y sabia para sí misma, y por sobre todo podrá manifestar a la mujer real que vino a ser a esta vida.

Ya que, una vez que aprendes a maternarte auténtica y saludablemente, debes saber que esta cualidad se queda contigo toda la vida, jamás se pierde u olvida, solo se transforma según los procesos personales y los aprendizajes que vayas permitiéndote. Puede que por algunos momentos con las crisis más profundas del ser nos olvidemos de nosotras mismas, pero la memoria de regreso al autocuidado sabio y salvaje perdura.

Llegar a maternarnos, es una de las claves más importantes para mantener nuestra salud. Independientemente de las circunstancias de la vida, el ser madre de sí mismas nos otorga la calidez y la sabiduría necesarias, para atravesar los procesos emocionales saludablemente, extrayendo y asimilando los aprendizajes esenciales del camino de la espiritualidad femenina.


 

El legado herido del linaje

Los modelos de maternaje son traspasados generación tras generación, heredándonos el mundo emocional de las madres anteriores de nuestro linaje antiguo.

Desde nuestra abuela, se traspasaron hacia nuestra madre y desde nuestra madre a nosotras, y cuando estos conservan memorias de heridas no sanadas e inmadurez emocional, nuestra vida puede tornarse un tormento. Pues nuestro mundo emocional permanecerá ligado a asuntos inconclusos y dolorosos del pasado que nos movilizarán a repetir historias de descuido y maltrato hacia nosotras mismas.

Además, cuando hay desórdenes profundos en las relaciones madre- hija, en el ámbito del linaje, ocurre en ocasiones que la madre interior se vuelca hacia las necesidades de nuestra madre real, y en lugar de cuidarnos a nosotras mismas, cuida de ella.

Aquí la vida muchas veces se torna pesada, pues estamos saliéndonos de nuestro lugar de hija, para dejar de mirar hacia la vida y ver solo hacia las necesidades emocionales de la propia madre, lo que nos deja sin energía disponible para maternarnos saludablemente.

Esto es algo que merece la plena atención, pues es trascendental reordenar terapéuticamente el vínculo con nuestra madre y realmente ocupar el lugar de hija de ella. Por eso es que la base para que podamos llegar a ser la madre sabia, sana y dulce de nuestra propia vida, es sanar y reordenar primero la relación con la propia madre.


Maternarse es un arte que se va aprendiendo a lo largo de la experiencia vital. Como todo arte, se va puliendo y embelleciendo en el ensayo y error natural de la vida.


 

Aquí te comparto una clave base por la que puedes comenzar:

Ocupar nuestro lugar de hija es el paso esencial para maternarnos.

Puedes responder para ti misma: ¿Te comportas como hija? O más bien ¿Tiendes a ser la madre de tu madre?

Si en lugar de ser madre de ti misma y cuidar tu propia vida, estás siendo madre de los más grandes de tu linaje, entonces estás transgrediendo una ley importantísima, lo que puede traer consecuencias para tu vida. En este caso te recomiendo realizar una constelación familiar, para tener una idea clara y real de las dinámicas madre- hija que imperan en ti.

Es en este punto donde comienza el camino de sanación espiritual de toda mujer, al recuperar el lugar genuino que le fue dado para esta existencia. Aquí reside toda la fuerza profunda para desplegarse como una mujer auténtica, libre y creativa.


Creo con convicción que cada mujer puede y debe descubrir su forma auténtica de maternarse a sí misma: cuidar su vida, crear sus atmósferas de amor y seguridad, y ello es la clave de su salud mental y emocional.

 

Por Ximena Nohemí 
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12 comentarios en «Maternarse: El arte de ser la madre sabia y salvaje de sí misma»

  1. Hola, qué belleza lo que compartes. Hace tiempo vengo leyendo y sintiendo esto<3 Te quiero preguntar, en un artículo donde hablabas de maternarse y sugerías una canción, era bellísima. Y yo creí tenerla guardada pero no la encuentro ni recuerdo el nombre ni la artista. Me recuerdas la canción? por favor!!

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