Una mujer sana. Del libro «Mujer Ave»

Una mujer sana, es aquella que se ha permitido mirar curiosa hacia lo que lleva dentro. En ello, ha descubierto su capacidad de crear vida, con cada inspiración que como una semilla cae en otoño y brota en primavera. Por ende, ha aprendido el arte de gestar y parir sueños, impulsada desde la visión enfocada y también desde el enorme amor creativo.

Es una mujer que ha despertado su consciencia cíclica; de vida, de muerte y de vida. Ella ama tanto su luz, como su sombra, abraza fuerte sus ángeles, pero sobre todo, logra ser la madre amorosa de sus heridos demonios.

Una mujer sana, es capaz de morir, renacer y morir nuevamente, infinitamente, incansablemente. Tal como una serpiente que se entrega al flujo natural e inquebrantable de su cambio de piel.

Una mujer sana, se sabe divina y humana a la vez. Sin embargo, cada día se reconoce por sobre todo más humana. Y cada día más humana. Y cada día más humana.

Una mujer sana, b e n d i c e todas las facetas de su presencia: juega y es niña, crea y es maga, transforma y es alquimista, da a luz y es parturienta, construye y es artesana, cuida y es madre, observa silenciosa y es abuela.

Una mujer sana, ama y acepta la vida tal como llega, ama y acepta la vida tal como fue, entregándose a la perfecta danza, infinita e incontrolable de l a e x i s t e n c i a.

Una mujer sana, si bien está e n e l c a m i n o de la sanación, se reconoce como constante aprendiz de quienes llegaron a la vida antes que ella. Reverenciando a aquellas que llevan canas en el cabello, surcos sobre la piel y mil historias más allá de sus ojos.

Una mujer sana agradece cada instante respirando la vida, eso es su mapa y su brújula en este gran viaje, así como la llave que abrirá las puertas hacia las más bellas oportunidades.

Por Ximena Nohemí A. H.

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