El encuentro entre la madre interna y la niña interior

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Debemos saber que muchos arquetipos conviven dentro nuestro. Vive una madre, una abuela sabia y también una niña. Y me atrevo a asegurar que todos estos se construyen tanto desde nuestra memoria ancestral heredada, como de los hitos que marcaron nuestra biografía de vida, siendo espacios de la psique, que se van conformando desde la internalización de la madre y de la historia atravesada por nosotras mismas cuando pequeñas.

Por lo tanto, cuando hablamos de madre interna, nos referimos al modelo interno que materna la vida, lo que se vincula directamente con sanar la herida con la madre y la constante construcción de hábitos de vida que nos nutren y cuidan.


La madre interna tiene sus bases en la relación con la propia madre, así como también, en la internalización de los posteriores modelos que yo voy encontrando del arquetipo de la madre. Por ejemplo, las personas con quienes me voy relacionando en la vida adulta y que llegan a tener una influencia importante en mí.


Una vez que somos adultas, la madre física termina de cumplir su tarea y es la madre interior quien hace el trabajo de cuidar a la niña interior. Por sobre todo, se trata de como nuestro ser adulto se cuida a sí mismo y lidia con los miedos y heridas del pasado, que eventualmente pueden reaparecer para atormentarnos y confundirnos en el presente.

Las heridas de mi niña interna poseen su propio relato, reapareciendo en el presente como autoboicots o miedos irracionales, ante situaciones que nos hacen sentir amenazadas y estresadas. Sin embargo, ante estos relatos internos del pasado infantil, tenemos todas las posibilidades de salir airosas cuando las heridas son reparadas y resignificadas.


 

Mis comprensiones

Hace tiempo atrás en un trabajo terapéutico profundo, me di cuenta que cada vez que iba a iniciar un proyecto nuevo entraba en pánico injustificado, al punto de tener fuertes dolores de estómago y presión en el pecho, sensaciones que me paralizaban y congelaban. Desde allí llegué a la imagen de yo misma a los 5 años esperando ser llevada a mi primer día de escuela, nadie me había explicado nada, sólo sentía miedo de la situación desconocida que se avecinaba, experimentando un terror profundo a que algo malo me sucediera.

De esta forma, la sanación ocurrió cuando me visualicé a mí misma de adulta tomando a esta niña pequeña, abrazándola y explicándole que todo estaba bien, que nada malo sucedería. Por lo que, muchas veces cuando entraba en pánico y aparecía el dolor en el vientre ante nuevos desafíos en el presente, recordaba cuál era su origen, no era realmente la adulta, era una voz de la niña hasta ahora no escuchada, ni jamás contenida y entonces me repetía a mí misma: vas a estar bien, todo está bien, nada malo sucede. Hasta ahora, en situaciones puntuales el dolor del vientre de la niña reaparece, con el tiempo el repetirme -vas a estar bien- se transformó en un mantra curativo que me hace recordar la niña que fui en el pasado y por sobre todo la mujer fuerte que soy hoy.


Por lo tanto, fortalecer a la mujer adulta, no es olvidar a mi niña interna, ni hacer oídos sordos de sus necesidades emocionales en el presente. Por el contrario,  lo que me ha resultado más sanador, ha sido mirar conscientemente todos estos aspectos heridos dentro de mí, para que la voz no escuchada de la niña interna salga a la consciencia y pueda ser reconocida de una manera equilibrada y saludable. Esto me permite dar el paso clave de diferenciar el relato de la niña interna, de mi propio relato como mujer adulta, y separarme de los sentires del pasado.


 

Maternar la niña interna

Este proceso me ha llevado a aprender la práctica tremendamente sanadora, de maternar mi niña interna desde la madre que vive en mí. Lo que se traduce en palabras simples en: mimarme, cocinarme, arroparme o hasta incluso leerme o cantarme. Es el arte de cuidar de mi ser en todo momento, cada día y de la manera más óptima posible.

Este reencuentro conciliador entre ambos aspectos, niña interior y madre interior, es esencial en nuestro camino curativo y resulta tremendamente sanador. La madre interna se fortalece para nutrir y contener, la niña interna, se siente vista y así se abre a comunicar y expresar, dejándose ayudar y a la vez ser contenida por otros.

Finalmente, con la lectura desde temprana edad, descubrí que el hecho de leerme a mí misma un cuento desde una disociación terapéutica, en que la madre interior cuida y mima a la niña interior (en momentos de caos o tranquilidad), es una muestra de amor tremendamente sublime, sutil y plagada de ternura hacia nosotras mismas. Pues se genera un clima de contención, resguardo y amparo, que nos lleva a un espacio interno sagrado donde se produce la sanación.

La integración y elaboración de esta experiencia simple, nos permite, que tanto madre como niña interior, se relacionen en equilibrio en nuestra vida interna femenina.

Es por ello que aprender el arte de maternarse, es el punto de unión sano entre la madre interna y la niña interna.


Para concluir te invito a hacer algunas actividades clave:

  • Revisa fotografías de pequeña y toma consciencia de los puntos en que tu niña se sintió herida o asustada.
  • Así también considera los puntos de tu vida en que la niña se sintió feliz.
  • Cierra los ojos y visualiza a esa niña siendo tú ahora adulta.
  • Explícale que todo estará bien. Que con el tiempo todo el pasado tomará sentido.
  • Abrázala muy cerca de tu corazón y visualízala tranquila y sonriente.

Con amor Ximena

 

5 comentarios en «El encuentro entre la madre interna y la niña interior»

  1. Muchas gracias Ximena. Ha sido tambié para mi, sandora esta lectura que me recordó el dia que fue por primera vez a la escuela. A diferencia tuya, vivie n un publo donde habìa dos sedes de la escuela, mi madre era profesora y me indicó ir a la escuela pequeña donde yo estudiaría. Legué y nadie había. No sentí miedo, sino verguénza de que nadie me viera o me pensaran torpe. También pernsaba en el regaño de mi madre, por no saber a dón de ir y distrerme.
    Ahora comprendo la resitencia interna que me produce comenzar algo. Sentirme expuesta, evaluada y que no se. Hoy a habido una luz para mi, gracias a tu narrativa. Un abrazo y reconocimiento a tu Sabudurìa sanadora.

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