El llamado a las hijas de la tierra

Formación Facilitadoras Cambios Vitales, Coyhaique

Cuando una mujer escucha el llamado de la madre tierra, la naturaleza la recibe y la guarda en su vientre como su hija, pues ha conectado con su alma de mujer árbol y con aquella misión ancestral escrita en su ADN mitocondrial (información únicamente transmitida en la línea genética de madre- hija).

Una mujer que acude al llamado de la tierra ha asumido ser guardiana de los vientres de la madre, con ello cuidar la vida, cuidar la muerte y por sobre todo cuidar el espíritu de la naturaleza presente en todos los seres vivos. Así camina su propia espiritualidad como una forma de vida sagrada  y su vientre es aquel templo que la acompaña adonde quiera que vaya, ella es su propio altar en medio de la naturaleza.

Cuando una mujer acude al llamado de la tierra se reconoce a sí misma como una Filha da terra.

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Cuando escuché el llamado de la tierra: Ines Gaya

Fue a los 11 años cuando tuve mi primera menstruación. Despertó en mí una memoria antigua que me hacía llorar y reír de emoción al ver el color de mi sangre menstrual. Sabía que había un corazón que pulsaba muy en el centro de mi vientre, y yo lo sentía.

Sin embargo, mi educación católica y el crecer en el seno de una familia de mujeres con el  útero herido, hizo que esta sagrada memoria cristalizara y fuese adormecida, dando paso a una larga y dolorosa experiencia con la menstruación.

Comenzaron profundos descensos a mi caverna, una caverna donde encontré el dolor de todas las mujeres de mi linaje. Hasta que un día descubrí materializado en mi ovario derecho un mioma uterino, era una masa densa, oscura y dolorosa, que sin embargo me hizo recordar memorias celulares muy frías y dormidas, y que ahora estaban listas para ser curadas.

En ese momento, comenzó un llamado para conectar mi vientre al vientre de la tierra, escuchar sus árboles, plantas sagradas, lugares de poder, y así me descubrí peregrina y aprendiz de mi propia alma, viajando por Gaia, la Madre cósmica y terrena, donde siembro rezos y reprogramo cada célula de mi cuerpo, así a cada paso, experimentaba una toma de conciencia, y cada entrega de sangre en la tierra era un ciclo vida / muerte / renacimiento que se completaba. Poco a poco la guerrera herida daba paso a diosa, la masa oscura desaparecía y una nueva luz despertaba dentro de mí.

Yo cómo  muchas mujeres estamos despertando de este sueño profundo que nos separó de nuestra verdadera raíz, la de nuestra madre. En este momento es la Tierra quien nos llama para regresar a casa, añorando la conexión de nuestras raíces a su útero, para que podamos volver a recibir su nutrición y sabiduría, curando el alma femenina y reescribiendo una nueva historia para la humanidad.

Este es el momento del despertar de las hijas de la Tierra, los verdaderos guardianes de la matriz y sacerdotisas del Grial.

Este es el camino de regreso a casa, un camino donde aprendemos a sacralizar nuestro cuerpo – templo, así como la naturaleza misma, donde amablemente acogemos nuestra sombra y donde podemos honrar con gratitud a todos nuestros ancestros.

Hermana, hija de la tierra, tú que guardas en tu vientre el gran misterio de la vida, que es la verdadera alquimia capaz de traer el espíritu a la materia, debes saber que tu útero lleva el código divino universal y su despertar es despertar una nueva humanidad.

Cuando escuché el llamado de la tierra: Ximena Nohemí

Ya de adulta, hacía años que sentía que la tierra y yo nos necesitábamos mutuamente, era como un llamado que sentía desde el útero, el vientre y el corazón. Era como si mi alma estuviera incompleta con un gran anhelo de recuperar su naturaleza salvaje y terrenal, de caminar descalza, danzar en el bosque, abrazar los árboles y reunirme con más mujeres en círculo.

Cuando mi adn al fin se fusionó con el adn de la tierra en la ofrenda de mi sangre menstrual, comencé a recordar mis vidas como hija de la tierra, comencé a recordar la medicina que las mujeres portabamos en el corazón, comencé a recordar que había un gran espíritu, comencé a recordar la caverna uterina, pero también recordé el inmenso dolor escrito en el adn mitocondrial.

Y fue esa memoria de dolor que nos fue quebrando el alma, y para poder llevarlo y vivir con él,  decidimos “cortar de raíz” nuestro vínculo con la madre tierra. Creciendo dormidas, sin raíces y llevando un dolor sordo que durante siglos no sabíamos de dónde venía. Así desde que comencé a sangrar, sentía que mi útero lloraba, como si en él vivieran todos los dolores del mundo que despertaban los días menstruales, así a solas me preguntaba ¿De dónde venía tanto dolor, tanto desamparo y tanto abandono?

Y fue como un día apareció una respuesta: ésto habitaba en las memorias de todas las mujeres una herida ancestral común, a causa del dolor nuestro vientre había perdido su conexión a la madre tierra.

Este desenraizamiento nos rigidizó el útero y todo con él comenzó a doler, dejamos de sanar y sanarnos, nuestros pies se separaron completamente de la tierra, comenzamos a cortar nuestro cabello- las antenas sagradas- y comenzamos a mirar a los hombres con ojos de rencor, odio y enemistad. Y todo ello sólo para poder olvidar nuestro vínculo sagrado con la madre naturaleza.

Así pensaba, puede ser que mi madre y abuela no tuvieron la posibilidad de ver esta tremenda pérdida, pero si que la sintieron en sus úteros y corazones, lo sé porque muchas veces las vi llorar sin encontrar motivo alguno. Sin embargo hoy las mujeres estamos deteniendonos en la rápida máquina de las sociedades para mirar al fondo y ver que tan profunda es esta herida común, que aún sangra por el desgarro a la tierra y a sus hijas.

Fuimos huérfanas durante mucho tiempo, siglos e incluso milenios, hoy es momento de acudir con convicción al llamado y enraizarnos a la gran madre.

El útero de la madre nos espera dichoso, pues son tiempos en que mujeres y hombres están despertando. Así las mujeres estamos transitando hacia el rol de sacerdotizas y guardianas de todo el conocimiento que la madre tierra guarda para nosotras.

Querida Filha da terra que tu vientre y corazón puedan recordar en amor sus raíces.

Nuestro llamado

Querida filha da terra, mujer árbol, hermana, bruja, chamana queremos invitarte a caminar descalza en el bosque, aullar a la luna y las estrellas, soltarte el cabello para que este pueda danzar libre al viento, reir salvajemente, hacer el amor, danzar como una medicina en cuerpo y si es necesario, morir para volver a nacer. Pues la autenticidad y la libertad son tu medicina y por más que no oigas, la tierra seguirá gritando tu nombre hasta que tu memoria de mujer árbol recobre vida, y las raíces de tu vientre crezcan en tierra fértil.

Artículo escrito por:

Ines Gaya/ www.inesgaya.com & Ximena Nohemí / www.cantarosagrado.cl

5 comentarios en «El llamado a las hijas de la tierra»

  1. Hermosa gracias por tus palabras tan bellas. Es como si desnudaras mi corazón y lo que estoy sintiendo en este mismisimo momento. Ayer literalmente moría de dolor de útero y dentro de las cosas que canalicé fue esa, el dolor de tu útero es el dolor de la tierra. Y hoy llego a esto.

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